Las relaciones personales con nuestros seres queridos
y todos los que nos rodean dan sentido a gran parte de nuestra vida.
¿Cómo evitar que se contaminen?
Las relaciones personales son un factor fundamental e importantísimo y a veces
las vamos perdiendo por no prestarles la atención suficiente.
El amor es sagrado en cualquiera de sus tipos: amistad, fraternal, parental o de
pareja. Este amor es una joya bellísima de cristal cortado, que cuando se rompe,
aunque se repare jamás volverá a ser el mismo. Es el tesoro más sagrado que
Dios nuestro Padre Celestial y la vida nos regalan, pero tiene que ser cuidado,
mimado y apapachado para lograr crecer sanamente en lugar de decrecer.
Hemos hablado mucho sobre definir qué queremos Ser, qué necesitamos Hacer
para ser quienes queremos y finalmente qué necesitamos Tener para lograrlo,
pero aquí yo te sugiero que analices de nuevo el aspecto del Tener no en sentido
material, sino como el tener de nuestras relaciones interpersonales, que son la
fortuna más anhelada y preciada, pero también la más frágil.
Precisamente por su fragilidad, te invito a construir un compromiso nuevo para
hacerlo con todos tus seres queridos y gente con la que te interrelacionas. Este
compromiso está conectado con mantener el agua del amor y la amistad limpia,
pura y llena de luz. Por un momento imagina que estás bebiendo de esa agua
con una persona que adoras y admiras en un tinaco abierto que contiene el agua
más limpia y prístina que jamás hayas visto. Supón que después de varios años
de beber de esta agua deliciosa, un día volteas al cielo y al pasar una parvada de
palomas ves cómo algunos de sus desperdicios caen directamente hacia tu agua.
En ese mismo instante puedes notar cómo el agua pura y cristalina, acaba de
ser ensuciada por una cagada (perdón por la expresión). ¿Podrías permitir que
ésta se disolviera por completo frente a tus ojos hasta llegar el momento en que
ya no fuera perceptible? Y si fuera así, tú y tu persona amada, ¿podrían seguir
bebiendo igual de esta agua con el mismo gusto sabiendo que está contaminada,
a pesar de que no se vea ni se perciba?
La mayor parte de la gente respondería que no, que de ninguna manera podría
hacerlo con el mismo gusto, o que definitivamente ya no bebería de esa agua,
pero alguien te podría argumentar que esa pequeña suciedad no representa
ni el uno por ciento del agua, que qué mas da... Sin embargo, seguramente tú
para tus adentros jamás la beberías igual.
Por eso es tan importante el hecho de mantener constantemente nuestra atención
sobre el agua del amor, y que en cuanto veas que entra en contacto cualquier
tipo de contaminante, antes de que se disuelva, expúlsalo rápidamente, arrójalo
fuera con la palma de la mano, de inmediato y de un solo golpe. Sólo así
podremos mantener limpia, diáfana e inmaculada nuestra relación.
Para esto se requiere que las personas en la relación hagan el compromiso de
nunca acostarse con duda, culpa, resentimiento, rencor u odio; para dormir en
paz y en bienestar, con el fin de que la relación no se deteriore. Esto hay que
hacerlo levantando la mano derecha (al involucrar una parte de nuestro cuerpo
el compromiso se graba con mayor fuerza) y cerrando los ojos junto a la otra
persona decir en voz alta: “Yo me comprometo a nunca dormir antes de haber
pedido una aclaración sobre cualquier duda, o haber reclamado con humildad y
firmeza algo que haya lastimado mi corazón o mi alma”; y, por último, “yo me
comprometo a nunca dormirme con culpa, a reconocerla, identificarla, aprender
de ella, perdonarme, y soltarla antes de dormir”.
Si nos acostumbráramos a dormirnos sin ninguna duda, nuestro amor o
amistad se mantendría siempre con total certidumbre, creando un escudo
impenetrable sobre la integridad, el bienestar y grado tan elevado de conciencia
de nuestra relación.
Si nadie se durmiera con resentimiento, rencor o culpa, y supiéramos tener el
valor de reclamar a la otra persona por cualquier pequeña o gran herida, le
daríamos la oportunidad al otro de reflexionar sobre sus errores, de aprender
de los mismos y de pedirnos perdón a la vez de perdonar, cerrando así el ciclo.
Además, también le daríamos al otro la oportunidad de explicar por qué lo hizo
(quizás porque nosotros hicimos algo antes) o aclarar que simplemente fue un
malentendido. Así podremos dormir tranquilos y en paz, pero habiendo aprendido
la lección que nos corresponde.
Y si antes de dormir supiéramos expresarnos y pedir perdón por cualquier daño
o malestar que hayamos ocasionado, ayudaríamos muchísimo a la otra persona
a quedarse en paz, y a nosotros a poder dormir sin culpas, resentimiento, rencor
u odio; y así llevarnos en nuestra maleta de la eternidad puros sentimientos
positivos y amorosos que nos llenen de energía.
Es por eso que este compromiso te permitirá cambiar en un instante tus sentimientos
negativos por positivos, salvaguardar la integridad del amor en tus relaciones,
y transmutar la oscuridad en luz para llegar ligeros y felices a la eternidad.
Si Dios conmigo, ¿quién contra mí?...
M E D I T A C I O N E S P A R A R E N Ä S E R
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