Hay emociones negativas y positivas. Es nuestra
responsabilidad discernirlas y lograr transmutarlas en
positivas, y hacer que crezcan como grandes árboles que
nos cobijan con su sombra a lo largo de nuestra vida.
Las emociones son sembradas en nosotros como una semilla en la tierra. Pero para que esta semilla se dé, crezca, florezca y dé fruto, necesita ser cultivada,regada y arada.
La emoción surge de la vista, el olfato, el oído, la piel o el paladar entre muchos estímulos; de un sentimiento, una relación o un sueño; pero muchas emociones nacen y mueren sin nunca tener la oportunidad de ser cultivadas y desarrolladas.
Si les ponemos atención y tiempo a emociones como el deseo de superarse, la intención de formar una familia, tener bien-estar, armonía, libertad, entre otras, éstas pueden florecer y llevarnos a lugares maravillosos; y ser nuestra fuente de progreso, de cambios de vida más profundos y el encuentro con la felicidad. Pero si no les dedicamos el tiempo para observarlas, nutrirlas y cultivarlas, éstas nunca llegarán a ser el alimento de nuestra alma.
Por ejemplo, mi padre, siendo un campesino muy humilde que vivía en un
pueblito en una montaña de Líbano, a cientos de kilómetros de distancia de la
ciudad más cercana, anheló poder llevar la luz eléctrica y el agua a su pueblo. Cruzó el océano y llegó a México con tan sólo la primaria y hablando árabe, para trabajar como reparador de calzado, y luego convertirse en uno de los mejores fabricantes de calzado del mundo.
A costa de trabajo y sacrificio después de muchos años logró proveer de luz y agua a su pueblo. En la catedral hay una gran placa de reconocimiento a Don Antonio Domit; y sus pobladores viven eternamente agradecidos hasta hoy por lo que hizo.
Cuánta gente pasa su vida buscando evitar ser distraído por sus emociones, para trabajar y ganar dinero, sin permitirse sentir ningún tipo de anhelo, sin un sueño en la vida ni verdaderas ganas de vivir.
¿Cómo es tu vida? ¿Estás feliz y motivado a crecer?
¿Estás realmente vivo o vives medio muerto?
Haz a un lado tu rutina, tómate tiempo para sentir, para vivir, para observar esas emociones que quieren crecer y anidarse en ti, para florecer, para cambiar el rumbo de tu vida, para sacarte de la mediocridad y llevarte a la genialidad.
Estas emociones pueden transformarte para siempre y sacarte de la muerte en vida,
para hacerte sentir, vibrar y vivir a flor de piel a cada instante.
¡No fenezcas ni perezcas en el mundo del autómata, en el mundo de la esclavitud! No trabajes por dinero. Trabaja para tener mayor calidad de vida, porque no necesariamente teniendo más dinero la obtendrás. Hay momentos en los que son más las preocupaciones y angustia por lo material que lo que nos da. A veces tiene mucho más calidad de vida un pobre pescador que el millonario que vive preocupado por su riqueza.
La calidad de vida se cultiva y no se compra; está en ti, en tu alma y en tu Ser, ¡cultívala!
Si Dios conmigo, ¿quién contra mí?...
M E D I T A C I O N E S P A R A R E N Ä S E R
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