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¿ENTRE MÁS TENGO, MÁS VALGO?




En la carrera por “tener” nos sentimos profundamente insatisfechos

Muchas personas buscan de una manera ciega y violenta por acumular bienes materiales; a veces no les importa que sea, si no solo la forma de poseer una mayor cantidad de objetos o dinero que se traduzcan en mayor poder o una mejor situación, tratan de reunir cuantos bienes les sea posible. Para muchas personas la mentalidad de “entre más, mejor”, generan en su paso violencia, avaricia, odio y rencor, incluso lesionan todo lo que tienen enfrente, desde su propia identidad, valores y su ser mismo. Esto porque hemos sido educados con la creencia de que la realidad es todo aquello que se puede ver, oír y tocar, y creemos que las personas valen más como individuos entre más cosas tengan que se puedan ver y tocar.


Cambio de paradigma

A finales del siglo diecinueve, con la Revolución Industrial cambia la ideología. Se inicia una era de mayor libertad en lo que se refiere al cuerpo y a las ideas; sobreviene el culto por lo material, la eficiencia y todo aquello que se puede ver, oír y tocar. Aparecen las industrias, y con ellas una nueva cultura en la que vale más quien más tiene. Los valores espirituales pierden importancia, ya lo único que realmente cuenta es el tener. Los sacerdotes, chamanes, rabinos, derviches, etcétera que eran los que dictaban el concepto y el paradigma de lo que era la verdad son sustituidos; en el siglo veinte los científicos se apoderan de la realidad y convencen a Occidente de que lo único real es la que se puede comprobar a través del método científico, de repetición siempre con los mismos resultados. A partir de ahí el hombre occidental es convencido y cree que lo único real y valioso es la materia, ya que el espíritu no se puede probar científicamente; por lo tanto, el espíritu no existe. Se cuestiona el porqué de los valores materiales y poco a poco se transforma en lo que podríamos llamar un proceso de conciencia, que por primera vez considera que hay que dar atención al cuerpo, a la mente y al espíritu. Al cuerpo mediante el ejercicio y la selección de alimentos nutritivos adecuados; a la mente, por medio de metodologías de meditación dinámica, psicología, psiquiatría, etcétera; y al espíritu, a través de meditaciones contemplativas, oraciones y otros recursos más. A esto se le conoce como el despertar de la conciencia a la Nueva Era. Desde hace más de cincuenta años se conocía que el hombre estaba formado por células de células de moléculas, y las moléculas de átomos, y que el noventa y nueve por ciento del interior de un átomo está constituido por espacio, y tal vez solamente el uno por ciento o menos está constituido por moléculas y partículas subatómicas. Esto nos lleva a comprender que el ser humano es noventa y nueve por ciento un ser espacial y teóricamente tan sólo uno por ciento de materia; sin embargo, los científicos descubren que la materia no existe, que tan sólo es energía; que ésta ni se crea ni se destruye sino sólo se transforma, y por lo tanto, nosotros de seres materiales no tenemos nada.


Muchos de nosotros vivimos en función del Tener y entregamos nuestro Ser, nuestro tiempo, dedicación, salud y esfuerzo a poseer más y más, y nunca llegamos, ni terminaremos de estar satisfechos. Así el día de nuestra muerte daremos cuenta de que nuestro trabajo fue inútil, ya que no podremos llevarnos a nuestro largo viaje nada material. ¿Qué pasa con nosotros? ¿No nos damos cuenta de que nuestras enfermedades, cánceres, úlceras y tantos otros males más no son sino el resultado de nuestra falsa selección de prioridades y de nuestra deformada concepción de la vida?


Podríamos afirmar que el concentrarse sólo en lo material y lo físico hizo que sucumbieran los grandes imperios, pues perdieron sus valores reales o esenciales, los del alma o espíritu que, en última instancia, son los únicos perdurables


No te enajenes

La vida es sueño; no te enajenes con tu rol en la vida, tu situación social, posición, poder ni con lo que la gente piensa de ti; no te enajenes con tus relaciones personales, familiares o sociales, ellas no son parte de tu Ser, son simplemente las circunstancias en las que te encuentras en este momento. Bastará un terremoto como los ocurridos en México, para demostrarte que éstas no son sino situaciones que, en realidad, no forman parte de tu Ser, y que tu vida y sus particularidades pueden cambiar en cualquier momento, incluso en aquél en el que tú decidas modificarlas. Tal vez el primer paso consista en renunciar a la actual jerarquía de valores. En cuanto lo hayamos logrado, sin duda habremos recorrido una gran parte del camino. Podemos pensar en una computadora. En el momento en el que cambias un programa por otro, obtienes resultados completamente distintos; es más, puede parecer hasta un aparato diferente, aunque su estructura física siga siendo la misma, podría decirse que ya es otro. Se da un cambio casi mágico, prácticamente instantáneo.


Cuando la prioridad número uno es el Tener, uno buscará poseer más, pero cuando la prioridad número uno es el Ser, uno buscará llegar a ser mejor en su esencia. Lo mismo sucede con el Tener. En el presente enfoque, en el cual la prioridad número uno es el Ser, el tener pasa a tercer término como prioridad y se ve tan sólo como un medio para lograr que el individuo se realice como ser humano; esto es, deja de ser un fin en sí mismo.

Si Dios conmigo, ¿quién contra mí?...


Si Dios conmigo, ¿quién contra mí?...


M E D I T A C I O N E S P A R A R E N Ä S E R


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